miércoles, 2 de octubre de 2013

Rojo y negro, Stendhal

Debí escribir sobre Rojo y negro nada más terminar la novela, como habitualmente hago. En este caso, no lo hice. Lo he ido dejando y ahora, casi un mes después de terminar la novela, me resulta complicado escribir. Pero lo intentaré.

Estamos ante una de las grandes novelas europeas y, sobre todo, ante uno de los grandes personajes europeos: Julien Sorel.

Julien, hijo de un aserrador modesto, es despreciado por su familia a causa de sus sensibilidad, sus capacidades notables y su ambición. La novela acompaña a Julien en su ascensión, desde modesto preceptor en casa del señor de Renal, a factotum y hombre para todo del marqués de La Mole. Pero el peso de la narración recaerá en las dos aventuras amorosas, a cual más tumultuosa e incomprensible, ante las que la ferrea voluntad de Julien, sucumbirá.
La primera, con la señora de Renal, madre de sus pupilos. La segunda, más tarde, con la hija del marqués de La Mole.

Pero si Julien es inolvidable, lo es por su infinita altivez, por su insuperable atractivo, por su clara inteligencia y por su abominable hipocresía. Sus historias amorosas son duelos a muerte entre un ser poseido por su ambición, Julien, y otro dominado por su cinismo o su hipocresia, la Sra de renal o la Srta de La Mole.

También es interesante el retrato de la Francia de la restauración y su ambiente social y politico, siempre orbitando alrededor de la gran figura de Napoleón.

Una gran novela, sin duda.