domingo, 26 de abril de 2020

Bailén, Benito Pérez Galdós

Gabriel sigue sus desventuras, siempre en pos de su amada Inés. En este caso al sur de Despeñaperros.

Y a nuestro pequeño héroe le alcanzará la Historia con mayúsculas en Bailén. Allí, como es bien sabido, en 1808 sufrirá el ejército napoleónico su primera derrota en campo abierto.

El de Gabriel e Inés es un folletín menor sin mayor trascendencia. La novela solo alcanza intensidad en los momentos puramente bélicos.

Para un lector del siglo XXI, es sorprendente el ardor guerrero, la valentía y el olvido del interés personal con el que los protagonistas se desenvuelven en el horror de la batalla. No debe olvidarse de que estamos ante una novela realista.

¿Es posible que en algún momento el patrotismo auténtico fuera una virtud tan habitual entre nosotros?

viernes, 17 de abril de 2020

Justine o los infortunios de la virtud, Marqués de Sade

El marqués de Sade escribió sus novelas en las últimas décadas del siglo XVIII. Normalmente, las novelas que más me gustan pertenecen al siglo siguiente, pero Sade ha pasado a la historia, así que pensé que valía la pena dedicarle unas horas.

Yo relacionaba el nombre de este aristócrata francés, que paso preso media vida y que era uno de los pocos presos que había en la Bastilla, al menos un par de semanas antes del inicio de la revolución, con la literatura erótica.

Pero la lectura de su Justine o los infortunios de la virtud me ha sorprendido.

Justine es una pobre muchacha que con apenas 12 años queda huérfana y para salir adelante se apoya en su único sostén: una fe religiosa inquebrantable y un compromiso con la virtud no menos sólido.

La narración nos permite acompañar a Justine a lo largo de varios años en sus múltiples desventuras en compañía de los personajes más despreciables que se pueda imaginar.

Pero desde luego, Justine no es una novela erótica, ya que su autor no perseguía ese fin. Me atrevo a afirmar que Justine es una novela filosófica. Y, cómo no, sádica, aunque ese adjetivo no existía cuando monsieur Guillotin estaba perfeccionando su invento.

A lo largo de sus páginas asistimos a larguísimas y reiteradísimas argumentaciones en las que Justine, pese a sus insoportables infortunios, defiende la necesidad de ser virtuosa, mientras que sus opresores, abusadores y explotadores, de ambos sexos, defienden la inutilidad de la virtud y la utilidad práctica del perseguir el máximo placer sin reparos éticos o morales, a la manera de un proto-superhombre nietzscheano.

Cuando Justine no está discutiendo con alguien acerca de Dios, la fe, la bondad y la virtud, está esposada, atada o encadenada, siendo azotada, mordida o golpeada y sometida a todo tipo de abusos sexuales y no sexuales. Además, todo ello se describe de manera que calificaría de ni-explicita-ni-no-explicita. Es decir, Sade explica con claridad  y detenimiento las acciones que tienen a Justine como víctima, pero nunca utiliza los sustantivos que identifican cada una de las partes concretas del cuerpo, por lo que la lectura requiere gran atención y no menos imaginación para intentar descifrar que está ocurriendo.

Tras la lectura, se me plantean las siguientes preguntas: ¿cual es el propósito de Sade al escribir esta novela? provocar? ¿hacer propaganda de una manera de vivir completamente amoral? ¿Denunciar que con frecuencia el mal triunfa?

martes, 14 de abril de 2020

El 19 de marzo y el 2 de mayo, Benito Pérez Galdós

Tercer episodio nacional.

Gabriel sobrevive en compañía de un santo varón, el cura Celestino, tío de Inés, y una santa hembra, la propia Inés.

Son tiempos difíciles. Seguimos en 1808. Los franceses han entrado en España y la confusión es grande. En marzo, la conjura del Escorial, intento de quitar la corona a  Carlos IV desde el entono de su hijo Fernando, el futuro Fernando VII. Y en mayo, el archiconocido levantamiento popular de los madrileños en protesta ante la salida de los últimos borbones hacia Francia.

Casi parece feo poner peros a una de las grandes glorias de la literatura nacional, pero, de momento, Trafalgar sí me pareció una gran novela. En cambio, La corte de Carlos IV y El 19 de marzo y el 2 de mayo, me han parecido normalillas. Es cierto que se novelan hechos de gran importancia, pero parecen novelas en las que los dos ingredientes de la masa no acaban de ligar.

Por un lado la narración puramente histórica de los acontecimientos ocurridos..., por otro las aventuras, bastante folletinescas, de Gabriel. A estas novelas les falta unidad. Da la impresión de que Galdós afrontaba estas novelas sin demasiada ambición, como si en un par de meses se las quitara de encima...

Aún así, seguiré con los episodios nacionales.

domingo, 12 de abril de 2020

América, James Ellroy

Hacía años que no leía a James Ellroy. En su momento, disfrute mucho de su LA Quartet. Y ya hace tiempo que me apetece abordar su trilogía USA- Underworld.

De Ellroy me interesan mucho los asuntos desarrollados en sus novelas, siempre una compleja mezcla de realidad y ficción verosímil.

Ellroy solo escribe acerca de lo que conoce, que no es otra cosa que su país: EEUU. Si en el cuarteto de los ángeles se ocupa del submundo violento de los años 40-50 en Los Ángeles, en USA-Underworld se ocupa del final de los 50 y primeros 60: la mafia, McCarthy, los Kennedy, Castro, Bahía Cochinos, la CIA, el FBI,...

Absolutamente apasionante. De ahí ya han salido cientos de novelas y películas, y saldrán otras tantas...

En cuanto al estilo de Ellroy, diré que es difícil. Su prosa es seca, descarnada y poco florida. Sus tramas, muy complejas y dinámicas, llenas de personajes que se juntan y se separan, en una narración completamente lineal.

En las novelas de Ellroy aparecen personajes reales y personajes ficticios inspirados en personajes reales. En cuanto a los hechos narrados, a veces son reales, a veces no está claro si en realidad ocurrieron, y en ocasiones no ocurrieron  pero podrían haber ocurrido.

En las novelas Ellroy no hay buenos y malos. Solo hay malos, tan cínicos y egoístas, violentos y faltos de escrúpulos que resultan repulsivos. Pero, a la vez, estos personajes siguen códigos de conducta y se comportan de acuerdo a unas reglas.

La ritmo de la narración es trepidante, pero la exigencia para el lector es alta. Cuesta seguir la trama y a veces es difícil recordar quién es quién. Aún así, la experiencia lectora es realmente valiosa.

Sin ánimo de ser exhaustivo, algunos de los personajes reales que aparecen en la novela, de relevancia en los EEUU de los 50-60-70 difícilmente exagerable, son los siguientes: J. Edgar Hoover (director del FBI durante más de 30 años), Jimmy Hoffa (presidente del poderosísimo sindicato de camioneros y colaborador de la mafia y de la CIA), Howard Hughes magnate excéntrico muy influyente en el mundo del espectáculo), Robert Kennedy (cruzado contra Hoffa y la mafia desde el comité McClellan y fiscal general del estado durante la presidencia de su hermano), Jack Ruby (asesino del asesino de JFK), y por supuesto, JFK.

Los hechos narrados comienzan a finales de los 50, con la lucha de Robert Kennedy contra Hoffa y la mafia desde el comité McClellan. Continúan con las difíciles sinergias entre el FBI, la CIA, la mafia y los Kennedy para la invasión de Cuba y el posterior desastre de bahía de Cochinos. Y finalizan con el asesinato de JFK.