Ya he escrito bastante sobre Knausgard y su lucha.
Primero repasaré los puntos débiles de esta sexta entrega.
En este sexto volumen, con más de 1000 páginas, sobra algún centenar de ellas. Los interminables excursos acerca de Hitler, o el apocalipsis, o la identidad, me han parecido infumables.
Además, gran parte de la novela se dedica a detallar los pormenores de los esfuerzos del autor por mantener la integridad de su obra a la vez que evita ofender o molestar a todas y cada una de las personas que aprecen como personajes en alguno de los 6 volúmenes, desde su pareja y su ex-pareja a familiares y amigos. Resulta un poco pesado.
Ahora, a por los puntos fuertes, que son de peso.
Los temas de Knausgard son los de siempre: la escritura, la soledad, la naturaleza, la paternidad... En este volumen se añade un especial interés por la familia y su capacidad para proporcionar identidad y servir de punto fijo en torno a al cual la vida pivota.
Como siempre, entre la banalidad y el hiperrealismo, desde un personalísimo punto de vista, entre la libertad absoluta y la la irresponsabilidad o el egoísmo patológico.
Sin duda, por resumir, Mi lucha ha resultado ser una de mis lecturas absolutamente imprescindibles. No del año o del lustro, sino de toda mi vida.