miércoles, 31 de enero de 2018

La parcela de Dios, Erskine Caldwell


Continuo con Erskine Caldwell, pero La parcela de Dios, no me parece, por mucho, tan buena como El camino del tabaco.

Los mismos escenarios. El sur de los EEUU. Los mismos personajes. White trash. El mismo marco temporal. Primer tercio del XX. Pero una historia más floja. Menos épica.

Aquí estamos ante las desventuras de la familia Walden. Ty Ty, el patriarca, está obsesionado con encontrar pepitas de oro en su finca. A su alrededor, hijos e hijas, hijos e hijas políticos y familias de aparceros negros.

Narración muy violenta y con un fuerte componente sexual, aunque nunca explícito.

Lo mejor, el memorable Ty Ty Walden en su infinita sabiduría.

domingo, 28 de enero de 2018

El camino del tabaco, Erskine Caldwell

Curioseando por mi calibre, me sentí fuertemente atraído por las cubiertas de los libros de Erskine Caldwell, del que nada había oído o leído.

Parece ser que Erskine Caldwell fue uno de los grandes retratistas del sur de los estados unidos, junto con Steinbeck y Faulkner, aunque mucho menos conocido. En su tiempo, los años 30, fue muy leído en los EEUU.

En esta novela acompañamos a la familia Lester por sus desventuras sin fin. Propietarios de pequeñas plantaciones de tabaco desde hace generaciones, su progresivo empobrecimiento los ha expulsado de sus tierras y ahora son colonos, tan pobres que no tienen capital ni crédito para semilla y abono.

Pero el relato que Caldwell hace de los Lester es muy cruel. Su miseria solo es comparable a su estupidez. Y esto no es un juicio de valor más o menos arriesgado, sino una descripción exacta. Tan estúpidos como egoístas, violentos, faltos de voluntad y dignidad.

Por su puesto, en ocasiones, aparecen destellos de humanidad o de astucia, pero siempre fugaces. Jeeter Lester solo resulta admirable cuando explica cuanto, cómo y por qué ama su tierra. Y es que su amor por ella no tiene límite. Y ese amor, y la renuncia asociada a él, es factor determinante de su penuria y de la de su familia, ya que le impide abandonar el solar de sus antepasados para ir a trabajar en una hilandería de la capital.

La narración es adictiva. Muy ágil. Además, en ocasiones, destila un extraño sentido del humor.

A mi entender, la novela plantea la siguiente duda: ¿que fue antes, la pobreza y el sufrimiento o la estupidez, la violencia y la miseria moral? De hecho, en la novela aparecen otros personajes secundarios que, en semejantes condiciones, son capaces de mantener su dignidad. Es decir, ¿Jeeter Lester es un tipo normal al que el sufrimiento ha privado de sus hábitos morales o Jeeter Lester es un pobre imbécil, falto de inteligencia y voluntad, destinado al sufrimiento y la privación?

Inevitable acordarse del Tom Joad de Las uvas de la ira.

Novela muy notable.

lunes, 22 de enero de 2018

El motel del voyeur, Gay Talese

Talese, junto con Wolfe, son los dos elementos más conocidos de eso que se dio en llamar Nuevo Periodismo. O sea, mixtificar periodismo y literatura.

Y El motel del voyeur es un buen ejemplo de Nuevo Periodismo. Gerald Foos, norteamericano, en la cuarentena, se pone en contacto con Talese y le cuenta que se ha comprado un motel, con la intención de instalar dispositivos que le permitan espiar a sus clientes de manera cómoda y segura.

Talese acepta una invitación de Foos, se acerca al motel, comprueba la autenticidad de la historia, e inaugura una relación con Foos, principalmente epistolar, que durará más de 30 años.

A lo largo de estos 30 años, Talese irá recibiendo los diarios de las observaciones que Foos, a veces en compañía de su esposa, hace desde su desván.

Y Talese nos cuenta esta historia, intercalando sus observaciones, fragmentos textuales de los diarios de Foos, entrevistas con Foos y otros elementos.

Recientemente, se ha sabido que la historia de Foos podía ser parcialmente falsa. Esto afecta a la credibilidad de Foos y, por supuesto, a la de Talese, un tipo con gran prestigio y ya en el ocaso de su carrera.

Por tanto, instauradas dudas sobre la veracidad, queda el relato. Interesante, divertido y revelador de como somos las personas, aquí allí y en cualquier otro lugar.

Llama la atención las pretensiones de fino analista de las complejidades del alma humana que el tal Foos destilaba. Cuando, a lo más, era un voyeur de libro. Con ínfulas, eso sí.

domingo, 14 de enero de 2018

El espejo de los espías, John Le Carré

Sigo con las primeras novelas de Le Carré.

El espejo de los espías está escrita a mediados de los 60 y lo narrado ocurre pocos años antes. Es decir, apenas 15 años después del fin de la guerra. Y esta manera de ver las cosas es importante. 15 años no son nada.

Un organización de inteligencia militar, venida a menos, y en trance de desaparición se ve ante la oportunidad de montar una operación que pueda devolverle una pequeña parte de su antiguo brillo. O al menos el crédito para sobrevivir un par de décadas más.

La operación consiste en infiltrar un agente en Alemania Oriental para que recopile información acerca de una posible instalación soviética. El problema es que no disponen de hombres para ello. Así que recurrirán a un antiguo agente fuera del servicio desde la guerra.

la tarea del espía es tan adictiva que Leiser, así se llama en antiguo agente, no duda un instante. Leiser y sus jefes, Leclerc, Avery y Haldane se embarcan en la preparación de la operación con un entusiasmo casi infantil, alimentado de nostalgia e idealismo a partes iguales.

La novela es atípica por la sencillez de su trama. Un tanto ligera para Le Carré. Emocionante y, como siempre, bien contada.