domingo, 30 de septiembre de 2018

¿Para qué filósofos?, Jean-Francois Revel

De un tiempo a esta parte estoy interesado en el liberalismo político. Hace unos meses leí La llamada de la tribu. En esta biografía intelectual, MVLL señala al recientemente fallecido JFR como uno de sus pensadores de referencia.

Cada vez me cuesta más abandonar el feraz territorio de la novela decimonónica por el agreste, incómodo y trabajoso paisaje del ensayo, pero de vez en cuando, como diría un viejo amigo, hay que.

Este librito, de apenas 150 páginas, fue publicado por su autor en 1957, cuando JFR tenía 33 años y dicho libro supuso el portazo de salida de su autor de la universidad francesa hacia la fría intemperie.

JFR, hasta entonces, había seguido la senda habitualmente encaminada hacia las alturas del escalafón académico francés. A partir de entonces, Revel se convirtió en un  intelectual provocador e iconoclasta, cada vez más crítico con la izquierda política.

El libro en cuestión, al que MVLL llama, de manera encomiástica, panfleto, es una critica de la inanidad de la filosofía contemporánea.

Para Revel, hace ya más de un siglo que la filosofía se convirtió en poco más que un solipsista juego lingüístico sin relevancia ninguna para la comprensión de la realidad o la vida de la gente.

La filosofía nació en un momento en el que la ciencia no existía, y se hizo adulta cuando la ciencia, ya madura, agradecía una reflexión sobre sus fundamentos y sus métodos. Pero hace ya bastantes décadas que todos y cada uno de los campos de conocimiento humano están tan desarrollados que desde dentro del propio campo es posible el análisis de métodos y fundamentos, en el caso de ser necesario.

Produce gran admiración, tanto en profundidad como en extensión, el bagaje cultural adquirido por  alguien que apenas ha rebasado la treintena.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

La conquista de Plassans, Emile Zola

Parece una novela de Simenon. A la historia le ocurre lo mismo que a los caracoles en el agua caliente. Poco a poco, la historia va avanzando. No te das cuenta y, de repente, se ha planteado una situación bien interesante.

Los Mouret llevan una plácida vida burguesa en una ciudad de provincias. El padre Faujas llega de París y se aloja, temporalmente, en la segunda planta de la vivienda de los Mouret.

A partir de aquí, de manera progresiva, Marthe, esposa de Mouret, incubará una fiebre religiosa fanática y una querencia enfermiza por Faujas.

Su pasión no satisfecha la llevará a la locura. Mientras, Mouret, desplazado y ninguneado, va cayendo en la depresión.

Todo podría quedar aquí si no fuera por la infinita malevolencia humana. Poco a poco, Mouret se convertirá en chivo expiatorio de la ciudad y sobre él recaerán las más increíbles  e injustificadas acusaciones hasta que, al fin, pierda la razón como su esposa.

Al fondo, la lucha política en la pequeña ciudad de provincias. Bonapartistas, realistas y republicanos se disputan el favor de los ciudadanos. Faujas se va apoderando del mundo de Mouret. Si fuera una novela de Simennon, Mouret acabaría asesinando a Faujas.

La conquista de Plassans resulta ser una novela asombrosamente moderna en su planteamiento. Además,  con un desenlace sorprendente y dramático.

Buena lectura.

viernes, 21 de septiembre de 2018

La señora Fletcher, Tom Perrotta

Novelita ligera y contemporánea, para cambiar un poco...

Plantea ideas/temas interesantes: identidad, genero, soledad...

¿Es corrección política, moda para atraer lectores o interés sincero?

Lectura ágil, aunque el autor utiliza múltiples puntos de vista y la alternancia entre ellos no está bien conseguida.

Eve, recién separada y con un hijo a punto de ir a la Universidad. Brendan, el hijo, desubicado, de fiesta en fiesta, no encuentra su sitio en el campus. Amanda, subalterna de Eve en un centro de mayores, busca una relación que la estabilice. Margo, profesora de la universidad local, transexual, disfruta de su nueva feminidad.

En torno a estos personajes y a alguno más, se desarrolla una historia de relaciones, miedos, inseguridades y deseos.

Y sobre todo, dificultad para encontrar un lugar en el mundo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

El vientre de París, Emile Zola

Buena novela para percibir los rasgos principales del naturalismo.

Uno de ellos es la frecuente presencia de un elemento colectivo e inanimado como personaje principal alrededor del cual pululan el resto de personajes
Aquí el mercado. En otras novelas, la mina, el burdel o la taberna.

Otro es el feísmo. Se puede llamar así a la falta de escrúpulos a la hora de retratar o describir lo desagradable, siempre y cuando lo feo, lo apestoso, lo triste, lo sórdido, sea relevante para la narración.

Florent acaba de tornar, huido de la Cayena, tras ser desterrado por participar en las revueltas de diciembre de 1951, posteriores al golpe de estado de Napoleón III que acabó con la segunda república francesa y prolongará su Segundo Imperio hasta de derrota de Sedán, en 1970, que dará lugar a la Tercera República.

Florent se alojará en casa de su querido hermanastro Quenu, casado con la bella Lisa. Florent no se adaptará al mundo pequeño burgués de su familia y, poco a poco, irá derivando hacia el radicalismo y comprometiéndose con un complot contra Napoleón III.

Mientras tanto, un montón de personajes, articulados en torno al gran mercado central de Les Halles, joya arquitectónica del momento, nos proporcionarán una visión cercana de la vida en el Paris de los pequeños comerciantes.

Las constantes descripciones de verduras, aves, quesos  o pescados son a veces sugerentes y a veces cansinas.

Uno de los puntos fuertes de la novela es la contraposición entre el punto de vista burgués de la bella Lisa y el punto de vista inconformista y revolucionario de Florent. Lisa solo quiere trabajar, ahorrar y progresar. Lisa cree que cuestionar el orden establecido es peligroso y propio de vagos y maleantes. En cambio, Florent piensa que es necesario derribar la dictadura de Napoleon III y que es necesario asumir riesgos. Florent cree que el que vive feliz y progresa es un desalmado.

A veces parece que los personajes se comportan de manera demasiado estereotípica: las vendedoras del mercado hablan, alcahuetean y malmeten. En cambio, los hombres se reúnen, beben, discuten y conspiran.

sábado, 1 de septiembre de 2018

La jauría, Emile Zola

Ya he escrito acerca de Zola y el naturalismo, aquí. Esta es la segunda novela del ciclo de los Rougon-Macquart.

Aristide Saccard es un próspero negociante llegado de la Provenza a París. Tan grande es su ambición como pequeños sus escrúpulos.

Su indisimulada intención es hacerse indecentemente rico especulando con terrenos y viviendas en el caos generado por la expansión experimentada en París a lo largo de el último tercio del sXIX.

Aristide se acaba de casar con Renné, bella, rica y joven, con el objetivo de consolidar sus fortuna. Además, tenemos a Maxime, joven apuesto, hijo del primer matrimonio de Aristide y, por tanto, hermanastro de Renne.

La novela se articula alrededor de dos ejes. El primero la relación de atracción, enfermiza, recíproca y equívoca, entre Renné y Maxime.

El segundo, las trapisondas de Saccard, para acumular y gastar dinero a manos llenas.

Al fondo del cuadro, la vida cínica y depravada de Renné y Maxime, dos hermosos animalillos, sin apenas conciencia ni  remordimientos, recorriendo, solos o en compañía de sus amigotes, los tugurios de París, los bosques de Boulogne o las riveras del Sena.

Y más al fondo, la desaforada corrupción del sistema político, periodístico y financiero de la época.
Buena lectura para aquellos que parecen creer que la corrupción es un mal casi exclusivo de nuestra época y de nuestro país.

Otro elemento de interés, casi siempre presente en las novelas de Zola, es la tensión sexual, solo insinuada y siempre con palabras equívocas. tanto, que al lector de principios del sXXI, acostumbrado a la crudeza del lenguaje de nuestros días, le cuesta determinar con exactitud qué es lo que está ocurriendo.

Gran novela.