martes, 19 de septiembre de 2017

Mansfield Park, Jane Austen

Otra gran novela de Austen. Casi una novela sentimental.

Fanny Price, la sobrinita pobre, por azares del destino llega a Mansfield Park, la mansión de sus primos, los Bertram, ricos e influyentes.

Sir Thomas, el tio de Fanny, es exigente y de buen corazón, pero un tanto distante. Tom, el primogénito, es un calavera que dilapida la fortuna familiar. Edmund, el segundo, es un alma piadosa, recto y cariñoso, y será el auténtico apoyo de Fanny en Mansfield Park. María e Isabel, las otras dos primas, son frívolas y volubles, de poco ayuda para Fanny. Además de los principales, en la novela aparece un muy rico conjunto de secundarios que enriquecen la narración y le proporcionan un salto de calidad.

Fanny es despreciada desde el inicio. Su desprecio es el más doloroso: aquel que no es ni siquiera percibido por el que desprecia. Pero Fanny es una joya: responsable, cariñosa, confiada, agradecida,... Ni un solo pero se le puede hacer a su conducta. E inteligente. Gran problema.

Poco a poco, Fanny se va convirtiendo, por merito propio y demérito ajeno, en clave de bóveda de la estabilidad y felicidad familiar.

Si se le puede hacer un pero a las novelas de Austen es su excesiva unidad temática, estilística y argumental. Su mundo es muy reducido. El día a día de la mansión, las conversaciones con amigos y familiares, los paseos por la campiña, a pie o a caballo, los oficios dominicales, las crisis familiares, las bodas y noviazgos, el aumento o disminución de las rentas de sus protagonistas, los problemas con el servicio,...

Para muestra un botón: la presente narración se desarrolla en plenas guerras napoleónicas, pese a lo cual, ni una sola vez tales sucesos aparecen en la narración, ni siquiera de manera indirecta.

El mundo de Austen es inmutable. O lo parece.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Dublinés, Alfonso Zapico

La vida de los grandes casi siempre es interesante. En este caso estamos ante James Joyce.

Casi  nunca la excelencia artística camina junto a la excelencia humana. Joyce es un caso parádigmático.

Irresponsable, juerguista, dipsómano, obsesivo. Desde luego, Nora Barnacle, su compañera durante varias décadas, se ganó el cielo.

También, como casi siempre, para el genio es difícil ganarse la vida. En el caso de Joyce, dando clases, de un lugar a otro, siempre con apuros económicos.

El genio, siempre hace difícil la vida a los que están alrededor. Siempre necesita de su determinación y de su obsesión creativa para vencer los obstáculos y parir su obra.

En cuanto a los aspectos técnicos de la obra, nada destacable. Quizá hubiera ganado con un poco de color.