miércoles, 20 de febrero de 2013

American Psycho, Bret Easton Ellis

Patrick Bateman es uno de los personajes de ficción que más honda huella me ha dejado. ¿Por qué?. Quizá por su cinismo más allá de todo límite. O por su absoluto vacío existencial.

Hoy estaba obsesionado con la idea de mandar por fax la sangre que saqué de la vagina de Sarah y enviarla a la oficina del Chase Manhattan donde trabajaba, y no lo he hecho porque esta mañana me he hecho un collar con las vértebras de algunas de las chicas y me apetecía quedarme en casa y ponérmelo en el cuello mientras me masturbaba en la bañera de mármol blanco del cuarto de baño.

Patrick es un nihilista que vive para y por la violencia. Para él solo hay algo tan importante como una buena dosis de violencia y ese algo es el orgullo que siente de estar donde está: en Wall Street, la cima del mundo para Bateman y los yuppies de finales de los 80.

En la novela, Bateman, en primerísima persona, nos explica su día a día, abundando en largísimas descripciones y/o explicaciones de aquellos elementos que dan sentido a su mundo: las marcas de ropa que viste, los restaurantes en los que intenta conseguir mesa, los mendigos a los que atormenta, las sesiones de sexo y violencia con las que llena su vida, la evolución musical de los artistas a los que admira y cosas por el estilo.

La historia está bien contada, tiene interés y Bateman es un personaje de cierto atractivo, pese a su despreciable cualidad moral.

La novela nos habla de la porquería de mundo en el que vivimos, en el que un joven de buena familia, pasado por Harvard, en la flor de su juventud, capaz de ganar 200.000 dolares al año, no tiene mayor interés que torturar hasta la muerte a cualquier chica guapa que se le cruce por delante, sin el menor asomo de piedad, lástima o remordimiento. Esta novela es una crítica a cierto modo de vida que, cuando la novela se publicó, era aquel al que tanto en Europa como en Estados Unidos aspiraban los jóvenes ejecutivos. Hoy en día, aunque no ha desaparecido, ese modo de vida suscita cierto rechazo en muchos ámbitos sociales.


viernes, 15 de febrero de 2013

Un trago antes de la guerra, Dennis Lehane

Esta es la primera novela de Dennis Lehane, uno de los autores de literatura negra más reconocidos del momento.
La novela se desarrolla en Dorchester, suburbio pobre y violento de Boston donde creció Lehane.

La novela resulta extraordinariamente violenta, con una trama de interés, no demasiado complicada y sustentada en la especial relación entre los dos detetives privados protagonistas, Patrick Kenzie y Angela Gennaro. Otra vez se cumple elprincipio por el cual, una vovela negra o policiaca tiene interés solo si además de la trama puramente policiaca que sustenta la novela, exixte un desarrollo adicional en le que el protagonista o los protagonistas, dan curso a algún plano de su vida personal.
Arde los Ángeles, y otras ciudades tienen un fuego latente, esperando que aparezca la manguera que arroje gasolina sobre las brasas. Escuchamos a políticos que alientan nuestro odio y nuestros mezquinos puntos de vista y nos dicen que hay que volver a lo fundamental mientras toman el sol en sus casas de la playa escuchando el ruido de las olas que silencia los gritos de los ahogados.

Kenzie y Gennaro son contratados por tres políticos para recuperar unos papeles robados por una asistenta desaparecida. En la búsqueda, KyG acabarán  entrando en conflicto con los dos reyes mafiosos del momemto en Dorchester: Socia y Roland, padre e hijo respectivamente. En medio de esta guerra de bandas, KyG se mueven con dureza no exenta de habilidad a la vez que K pretende a G e intenta que ésta abandone a si marido maltratador.

Esta obra llamó tanto la atención en su momento que ha dado lugar a una serie de referencia para los aficionados al género.

jueves, 14 de febrero de 2013

Robinson Crusoe, Daniel Defoe

Releyendo los clásicos. Defoe publicó su Robinson en 1719, por lo que de pocas novelas se puede decir que sean anteriores. De las conocidas por el gran público, El Quijote y los viajes de Gulliver.
30 de septiembre de 1659. Yo, pobre y miserable Robinson Crusoe, habiendo naufragado durante una terrible tempestad, llegué más muerto que vivo a esta desdichada isla a la que llamé Isla de la Desesperación, mientras que el resto de la tripulación del barco murió ahogada.
Algunos clásicos de la literatura llegan a superar esa categoría y se convierten en algo así como cosas que siempre han estado ahí, incluso fuera de los libros. De hecho, cuando relees el Robinson, más que releer el libro te reencuentras con Robinson, como te reencuentras con alguien a quien hace mucho que no ves pero de cuyas andanzas nunca has dejado de estar al corriente.

En el caso de esta novela, me llama la atención el racismo que destila el protagosnista en cada una de sus acciones o de sus reflexiones. Quizá esté abusando del lenguaje al calificar a Robinson de racista ya que no tiene mucho sentido hacer hoy una evaluación moral de acciones llevadas a cabo hace cuatro siglos. En cualquier caso, asombra el convencimiento de Robinson de su supremacía sobre los salvajes, su crueldad con los animales, su afán por someter a la naturaleza y su fanatismo religioso.

La novela resulta entretenida, aunque en ocasiones el relato de sus acciones, encaminadas a ocultar su vivienda, a explorar su isla o a cultivar sus cerelaes, resulte un tanto pesado.

domingo, 3 de febrero de 2013

El ciclista, Tim Krabbe

Pese a conocer razonablemente el panorama literario, pasado y presente, todavía es posible leer una novela desconocida de un autor desconocido. Y además, ha resultado una buena novela. Un tema menor, pero una buena novela.

Tim Krabbe fue, además de periodista y escritor, muy buen jugador de ajedrez y buen corredor ciclista, a pesar de empezar a correr a los treinta años.

Esta novela, de tintes autobiográficos, nos cuenta una carrera, el Tour del Mont Aigoual, desde dentro. La novela es solo eso, el relato de Krabbe, desde la cabeza del pelotón, o desde su cola, o desde la soledad del corredor escapado, del desarrollo de la carrera y de las impresiones y reflexiones de un corredor. En este caso el propio Krabbe.

Probablemente la novela no tenga interés excepto para un aficionado al ciclismo, pero para mi ha resultado muy interesante.

Además, la novela está repleta de anécdotas y de historias reales de ciclistas y de carreras de los años 60 y 70.

En resumen, una lectura entretenida, fácil breve y muy ilustrativa sobre la agonía del ciclista en una carrera.