jueves, 21 de octubre de 2021

El periodista deportivo, Richard Ford

Ya leí El periodista deportivo hace unos años, ver aquí. No me gusto. Pero vuelvo. La unanimidad del reconocimiento a su trilogía me obliga a darle otra oportunidad.

A veces no sabes si estás ante una novela, un tratado filosófico, un manual de autoayuda o un folleto propagandístico del medio oeste americano.

En la novela, pasar, lo que se dice pasar, no pasa mucho: la visita a la tumba de Ralph, el hijo muerto, en compañía de su exesposa, la jornada de pesca con el club de divorciados y la cena de pascua en compañía de la familia de su novia Vicky Arcenault.

Y poco más.

Bascombe es un hombre a  merced de los acontecimientos. No es que no pueda tomar las riendas de su vida, es que renuncia a hacerlo. Se siente a gusto meciéndose entre las suaves olas del destino.

Bascombe  no es feliz. Sus problemas, como los de casi todos, no tienen que ver con el dinero.

Quizá el mayor valor de la novela es el detalle con el que Ford desentraña sus pensamientos y su visión del mundo, en especial de las relaciones humanas, que tiene FB, y que en cierto modo, Ford convierte en paradigma de la normalidad. Puro Babbit.