viernes, 26 de mayo de 2017

Llamada para el muerto, John Le Carré

Segunda o tercera lectura de la primara novela del agente Smiley. Las anteriores no me habían convencido. Está sí. Probablemente, cuestión de dedicación: abordar el primer tercio de la novela en uno o dos días, incrementa mucho las posibilidades de éxito.

Llamada para el muerto fue escrita en el año 61. Pro tanto, tiene casi 60 años.

Ha pasado tanto tiempo que cuesta instalarse en el clima emocional de los años 60 del pasado siglo. Entonces, apenas estrenada la guerra fría, el ambiente en Europa debía ser un poco claustrofóbico. Por un lado EEUU y Gran Bretaña, por el otro la URSS, todos intentando colocar sus peones mientras la paranoia se apoderaba de la opinión publica europea.

En ese ambiente  se desarrolla Llamada para el muerto. Un trabajador del Foregn Office se suicida días después de ser entrevistado por Smiley, debido a su posible pasado comunista. Smiley, con su prodigioso olfato, intuye que
el asesinato puede no serlo, que el asesinado puede, o no, ser un espía, y que la mujer del asesinado, puede pintar en la historia bastante más de o que parece.

Smiley, ayudado por el fiel Peter Guillam y por Mendel, policía de la metropolitana, va desenrollando la madeja hasta el último cabo. Todo ello en poco más de 150 páginas.

Brillantes descripciones ambientales. Brillantes diálogos, brillantes caracterizaciones de los personajes. Una trama compleja y entretenida. Exigencia para el lector. Estas son algunas de las notas de este primer Le Carré. Además, se convertirán en habituales en sus novelas.

Buen debut para Smiley.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Una mujer difícil, John Irving

John Irving es un clásico. Concretando, un clásico norteamericano.

Nunca lo había abordado. En parte porque sus temas no me interesan extraordinariamente. En parte porque sus novelas son bastante largas y da pereza abordarlas sin seguridad.

En esta ocasión me apetecía probar. Estoy terminando Una mujer difícil. Me ha gustado mucho.

Es una novela ambiciosa que se desenvuelve en varios entornos espaciotemporales distintos. Además, es una novela de escritores y un tanto intimista. En ocasiones, la narración se extiende de forma un pelín morosa en cuestiones que tienen poco interés y recorrido.

Los personajes están plenamente desarrollados y los ambientes muy bien descritos. Y es una novela muy femenina. Lo cual no es bueno ni malo, pero es.

Vermont, 1998. Ted, autor de éxito de narraciones infantiles y mujeriego inmpenitente, y su esposa Marion, desubicados tras la muerte de sus hijos adolescentes, contratan a Eddie, joven negro adolescente, como factótum del escritor.

Eddie queda prendado de la belleza de Marion y, al poco, se inicia una tórrida relación ente ambos. Esta relación durará hasta el verano. En ese momento, Marion la dará por terminada y desaparecerá de las vidas de Eddie y de Ted, pero también de Ruth, la hija pequeña del matrimonio.

A partir de aquí la narración acompañará a lo largo de más de 40 años a Ruth, también escritora, protagonista en diferentes momentos de su vida, por los USA y por Europa. Pero la vida de Ruth siempre estará marcada por los sucesos de su infancia: la muerte de sus hermanos, la relación de Eddie con Marion y la huida de esta última. Por tanto, Ted, Marion y Eddie siempre estarán presentes. A veces en el recuerdo, tan importante a lo largo de toda la novela, a veces de forma presencial, ya que los tres irán a pareciendo y desapareciendo de la vida de Ruth.

Novela notable.


martes, 2 de mayo de 2017

El espía inglés, Daniel Silva

Pocas cosas me hacen disfrutar más que un buen thriller literario.

Por desgracia, cada vez me cuesta más revivir viejas experiencias, como la primera lectura de Chacal, El Cuarto protocolo u Odessa. Será la vejez, será que el paladar literario se afina leyendo a Dickens, Dostoievsky o Stendhal.

Por eso, cuando sin darme demasiada cuenta, me encuentro metido en unos de esos thrillers, lo disfruto como si fuera el último. Porque es posible que lo sea. De hecho, alguno lo será.

Me pasó el pasado verano con la formidable Pilgrim.

Con El espía inglés no me ha pasado, pero presiento que podría estar cerca.

No recuerdo como llegué a Daniel Silva, pero ha sido un buen descubrimiento.

Los libros de Silva tienen un gran interés  y están pegados a la actualidad internacional. Pese a su nombre es más americano que el águila de la bandera. Sus personajes son un pelín más agentes de operaciones especiales que espías pero sus tramas están bien planteadas y desarrolladas.

Pese a ello esta novela no la he disfrutado tanto como debería. Quizá porque la abordé con un poco de desgana. Confiaba poco el Silva. Error.

Volveré a él y a su Gabriel Allon.