lunes, 10 de junio de 2013

Los terroristas, Maj Sjowall y Per Wahloo

Llevaba yo unos años ya un poco triste y apenado porque había agotado el amplio yacimiento Wallander y no me quedaba ninguna de sus novelas por leer. Recuerdo el sentimiento de estar consumiendo algo valioso, irreemplazable y cercano a su agotamiento que tenía leyendo sus últimas novelas. Algo parecido a aproximarse a la certeza de que ya no te queda ningún Dostoievski o ningún Dickens por leer.

Afortunadamente, éste, todavía no es el caso. Y siendo justos en la comparación releer a Dostoievski o Dickens es mejor que leerlos por primera vez, porque, como grandes clásicos que son, nunca se agotan. Por buenas que sean las novelas del Inspector Wallander, estamos hablando de otra cosa.

Pero vamos a lo que vamos. En mi estado de ligero desamparo más arriba explicado, me encuentro con una novela de esos escritores suecos, émulos del gran Mankell, que tanto pululan por nuestras librerías. El autor es Sjowall Wahloo y la novela se titula Los terroristas. Poco después descubro que Sjowall Wahloo no es un señor o señora de nombre Sjowall y apellido Wahloo, sino una pareja de periodistas suecos: Maj Sjowall ella y Per Wahloo él.

Me pongo con la novela, protagonizada por el Inspector Martin Beck. A las pocas páginas los ecos y resonancias entre Beck y Wallander son claramente perceptibles. Es más, incluso la reflexión política/social/ideológica que la novela alimenta a lo largo de su desarrollo coincide con aquellas que el poso que las novelas de Wallander te acaban dejando tras su lectura te provocan. La sorpresa mayúscula viene cuando descubro que las novelas del inspector Beck fueron escritas entre 1965 y 1975, mientras que las de mi adorado inspector Wallander lo fueron entre 1991 y 2009. Así que lo que en un principio me pareció una muy buena imitación y/o secuela de Wallander, ha resultado ser el referente de toda la abundantísima novela negra sueca actual.

En los años en los que esta novela fue escrita, a mediados de la década de los 70 la democracia sueca, además de ser modelo a imitar por cualquier país con aspiraciones socialdemócratas, todavía disfrutaba de un estado del bienestar sólido y sin fisuras. Por este motivo llama la atención que, ya entonces, Sjowall y Wahloo fueran capaces de vislumbrar, y poner negro sobre blanco, aunque sea en una obra de ficción, los grandes problemas que pondrían al estado del bienestar contra las cuerdas cuatro décadas más tarde. Quizá su militancia política comunista les ayudaba, o les obligaba, a ver debilidades inherentes al sistema que entonces no estaban a la vista para casi nadie.

La novela, con argumento sencillo, está muy bien escrita. Los personajes y situaciones son muy creíbles y tras la lectura no puedo menos que felicitarme al pensar que me quedan por delante nueve historias más del Inspector Beck.

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