Pinker es uno de los grandes científicos de eso que se ha dado en llamar ciencias cognitivas. Nos estamos moviendo cerca de la psicología, la lingüística e, incluso, la biología. Y no perdemos de vista la física y la evolución.
Además de académico de prestigio es escritor de éxito y, poco a poco, pese a su injusta etiqueta de científico de derechas, se va abriendo paso en los medios españoles.
Desde los 90, Pinker ha dedicado varios libros a derruir hasta sus cimientos diversas falacias que el considera tan nocivas para el progreso como implantadas en la academia y en el público.
El último de ellos, En defensa de la ilustración, es un intento, muy armado y elaborado, de derribar la falsa idea según la cual el mundo siempre va a peor.
De hecho, Pinker argumenta que es justo al revés: si disponemos de la adecuada perspectiva espacial y temporal, el mundo siempre va a mejor. Al menos hasta ahora.
Pinker comienza exponiendo, de manera tan cruda como convincente, que lo habitual, en un sentido físico, biológico o probabilístico, es el hambre, el frío, la incertidumbre, la violencia y el dolor. Como todo, es pura física. Ya sabes: la entropía. Hay muchas más maneras posibles de que las cosas vayan mal que de que vayan bien.
No es razonable buscar explicación a la pobreza, la enfermedad o el sufrimiento. Lo que hay que hacer es entender y propiciar la generación de riqueza, salud y bienestar.
Y para ello, que mejor, como indica la portada del libro, que la razón, la ciencia y el humanismo.
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