domingo, 29 de marzo de 2020

La corte de Carlos IV, Benito Pérez Galdós

Segundo volumen de Los episodios nacionales.

Gabriel de Araceli, tras la aventura de Trafalgar, se instala en Madrid como aprendiz de imprenta y como criado de una actriz de teatro de nombre Pepita González. De Pepita, gracias a su atractivo personal, a su desparpajo y a su ambición, pasará a trabajar para la condesa Amaranta.

Y al fondo, la conjura de el Escorial, por la que el principe heredero, el futuro Fernando VII, pretende usurpar el trono de su padre Carlos IV para reparar el desprestigio en el que, entre el propio Carlos, Godoy, Napoleón y el tratado de Fontainebleau, tienen sumida a España.

Novela floja, a mi entender. Demasiado folletinesca, con multitud de personajes secundarios más o menos reales, que eran muy conocidos por el lector contemporáneo a Galdós, pero que hoy en día no nos dicen mucho.

Es interesante la descripción del mundo teatral de la época. Hace 150 años se iba al teatro como hoy se va al fútbol. O peor. Se iba a comer pipas y a beber vino, a insultar cuello en boca al autor enemigo, a arrojar pieles de naranja a cualquier personaje denostado por el respetable y a patalear como borricos. Por supuesto, también a disfrutar de la obra si esta lo merecía. Y a aplaudir y a vitorear con entusiasmo, motu proprio o previo pago.

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