viernes, 17 de abril de 2020

Justine o los infortunios de la virtud, Marqués de Sade

El marqués de Sade escribió sus novelas en las últimas décadas del siglo XVIII. Normalmente, las novelas que más me gustan pertenecen al siglo siguiente, pero Sade ha pasado a la historia, así que pensé que valía la pena dedicarle unas horas.

Yo relacionaba el nombre de este aristócrata francés, que paso preso media vida y que era uno de los pocos presos que había en la Bastilla, al menos un par de semanas antes del inicio de la revolución, con la literatura erótica.

Pero la lectura de su Justine o los infortunios de la virtud me ha sorprendido.

Justine es una pobre muchacha que con apenas 12 años queda huérfana y para salir adelante se apoya en su único sostén: una fe religiosa inquebrantable y un compromiso con la virtud no menos sólido.

La narración nos permite acompañar a Justine a lo largo de varios años en sus múltiples desventuras en compañía de los personajes más despreciables que se pueda imaginar.

Pero desde luego, Justine no es una novela erótica, ya que su autor no perseguía ese fin. Me atrevo a afirmar que Justine es una novela filosófica. Y, cómo no, sádica, aunque ese adjetivo no existía cuando monsieur Guillotin estaba perfeccionando su invento.

A lo largo de sus páginas asistimos a larguísimas y reiteradísimas argumentaciones en las que Justine, pese a sus insoportables infortunios, defiende la necesidad de ser virtuosa, mientras que sus opresores, abusadores y explotadores, de ambos sexos, defienden la inutilidad de la virtud y la utilidad práctica del perseguir el máximo placer sin reparos éticos o morales, a la manera de un proto-superhombre nietzscheano.

Cuando Justine no está discutiendo con alguien acerca de Dios, la fe, la bondad y la virtud, está esposada, atada o encadenada, siendo azotada, mordida o golpeada y sometida a todo tipo de abusos sexuales y no sexuales. Además, todo ello se describe de manera que calificaría de ni-explicita-ni-no-explicita. Es decir, Sade explica con claridad  y detenimiento las acciones que tienen a Justine como víctima, pero nunca utiliza los sustantivos que identifican cada una de las partes concretas del cuerpo, por lo que la lectura requiere gran atención y no menos imaginación para intentar descifrar que está ocurriendo.

Tras la lectura, se me plantean las siguientes preguntas: ¿cual es el propósito de Sade al escribir esta novela? provocar? ¿hacer propaganda de una manera de vivir completamente amoral? ¿Denunciar que con frecuencia el mal triunfa?

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