viernes, 10 de mayo de 2013

El exilio interior (biografía de María Moliner), Inmaculada de la Fuente

Hace tiempo que la figura de María Moliner  me despertaba cierto interés. Quizá por lo leído acerca del extraordinario valor de su diccionario, quizá por saber que del pequeño pueblo de Paniza pudo salir la más grande lexicógrafa española del siglo, quizá por el cariño que le tengo a la biblioteca de la UZ que lleva su nombre.

Cuando hace unos días me llego una oferta de una biografía de María Moliner, para el Kindle, por poco más de dos euros, no lo dudé.

La he leído en pocos días. Realmente, poco hubo en la vida de María Moliner de interés para el público general, excepto aquello que tiene que ver con la creación de su gran diccionario.

María Moliner, aragonesa, de familia culta y modesta, nacida con el siglo, tras estudiar filosofía en Zaragoza y Madrid, aprueba las oposiciones del cuerpo de archiveros. En sus primeros destinos, su modestia y discreción acompañará su trabajo en los archivos de Hacienda.

Será en la segunda república cuando María Moliner se haga un nombre entre la intelectualidad republicana y adquiera responsabilidades acordes con su valía. Lo hará, primero, en las Misiones Pedagógicas y, luego, trabajando en la expansión de la mínima red de bibliotecas por todo el territorio del bando republicano.
Más tarde, tras superar su expediente de depuración, y, probablemente, para dar salida a su caudal intelectual insuficientemente utilizado como bibliotecaria de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, María Moliner se vuelca en la creación de su diccionario.

Trabajará en él durante casi veinte años, con tenacidad baturra, para sacar adelante su primera edición, ya cuando Moliner abandonaba la madurez y entraba, poco a poco en su vejez.

La impresión que el lector saca de María Moliner es la de una mujer capaz y consciente de su capacidad pero que a la hora de utilizarla al máximo, tiene reservas de hacerlo. Quizá el machismo imperante, especialmente en el ámbito intelectual, unido a su modestia y discreción, le pesan y le impiden destacar como quizá pudo hacer.

Quedará para la historia su diccionario y su trabajo en la mejora de la red de bibliotecas públicas de la España de entonces.

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