miércoles, 16 de agosto de 2017

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, Stieg Larsson

Segundas partes nunca fueron buenas. La historia flojea.

Enrevesada historia acerca de un desertor soviético, padre de Salander, del intento de asesinato de Salander a su padre, de la confabulación para internar a Salander en un psiquiátrico de por vida y más cosas que no recuerdo.

Mucha acción, ritmo de thriller. Pero la historia pierde ese matiz de verosimilitud que hacía tan atractiva a la primera parte.

Y el pichabrava de Blomqvist, con su desagradable superioridad moral, resulta un poco cargante.

Se deja leer.


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