miércoles, 30 de agosto de 2017

El cero y el infinito, Arthur Koestler

Sensacional novela, pero todo ha cambiado tanto en los últimos 30 años que la novela habla de otros tiempos apenas reconocibles.

Koestler, comunista y anticomunista, siempre convencido, siempre en el ojo del huracán, siempre brillante, construye una gran novela sobre una recreación de los juicios de Moscú.

En la segunda mitad de la década de los 40 del pasado siglo, Stalin impulsó una sucesión de procesos judiciales que acabaron con gran parte de sus potenciales enemigos políticos. Ejemplo paradigmático de totalitarismo.

Rubashov, alto jerarca del régimen, tras caer en desgracia, es detenido, encarcelado e interrogado. Es  acusado de desviacionismo.

A lo largo de los larguísimos interrogatorios, Rubashov se convencerá de que él es un peón sin valor, que no debe, bajo ninguna circunstancia, entorpecer el triunfal desarrollo de la revolución. Él no es nada. El estado lo es todo.

Es destacable que en la realidad la confesión venía impulsada, en la mayoría de los casos, por todo tipo de torturas. En la novela, el acusado es presionado, pero nunca torturado, y el reconocimiento de la culpa es sincero y una consecuencia del reconocimiento de la omnipotencia y omnisciencia del partido.

La lectura vale la pena, aunque hacía el final, tanta disquisición pueda resultar un poco pesada para mentes poco escolásticas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario