miércoles, 27 de junio de 2018

El alquimista impaciente, Lorenzo Silva

Gran decepción. El alquimista impaciente, la más conocida de las novelas de Bevilacqua-Chamorro, es bastante más floja que la primera, El lejano país de los estanques.

El principal punto fuerte de esta pareja policíaca de ficción es el convincente desarrollo de los dos personajes y de su relación. Pero en esta novela Lorenzo Silva no se esmera demasiado en este aspecto.

Y la trama policíaca en si misma, aunque desarrollada correctamente, no avanza paso a paso. Ni siquiera acumula tensión para liberarla en un clímax final. Ni lo uno, ni lo otro. Avanza como a golpes, sin ritmo, para resolverse apresuradamente en las últimas veinte páginas.

Trinidad Soler aparece muerto en una habitación de hotel en indecentes circunstancias. El tipo resultará ser técnico nuclear de una central plantada en algún lugar de la España profunda. El tal técnico es un tipo tan prudente, responsable y trabajador que su muerte resulta toda una sorpresa.

Las pesquisas en su entorno no arrojarán luz, pero a los pocos días aparecerá el cadáver de una mujer que podría ser la que acompañó a Trinidad Soler en su última noche.

Al final, una historia de dinero y ambición que se liquida sin pena ni gloria.


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