sábado, 29 de diciembre de 2012

Autobiografía I (1872-1914), Bertrand Russell

Hace tiempo que tenía interés en leer la autobiografía de Russell.

Sin duda, Russell fue unos de los intelectuales más brillantes y polifacéticos de su siglo, pero no era eso lo que me motivaba a leer su biografía. El motivo que me hizo atractivo a el personaje fue saberlo capaz de dedicar diez años de su vida a escribir un libro sobre los fundamentos de las matemáticas que, desde que fue escrito, habrá sido comprado por pocos miles de pesonas, habrá sido leído por pocos cientos y habrá sido comprendido por pocas decenas. Estoy hablando de sus Principia Mathematica.

Por fin me he puesto a ello. He encontrado una decente edición de Edhasa. Se echa en falta una buena anotación, ya que sin las correspondientes notas, es mucho de lo contado en el libro lo que se pierde para un lector normal.

El texto fue escrito a finales de la década de los 60 del sigo XX, cuando el autor psaba de los 80 años de edad. Por ello o quizá porque Russell no mantuvo un diario, el texto sabe a poco al lector. Además, el intento de complementar dicho con una buena colección de cartas, no suple esa ausencia. Al menos en este primer tomo

El primer tomo cubre el periodo de tiempo que va desde su nacimiento, en 1872, hasta el inicio de la primera guerra mundial.

Russell nace en un lugar y en un tiempo en que, todavía, la cultura clásica era un elemento del paisaje tan sólido como las colinas o los páramos británicos. Palidezco de envidia a leer cualquier texto que se refiera a épocas y lugares como esos: lugares en los que lo único que había que hacer era alimentarse correctamente, pasear por los páramos y los acantilados bajo la lluvia, el viento y el sol, pasar las horas en la biblioteca leyendo a los clásicos, uno tras otro, y discutir con los contemporáneos de lo divino y lo humano frente a la chimenea con una copa de coñac en la mano.

De este primer tomo resulta de interés el primer contacto de Russell con las matemáticas, su estancia en Cambrigde, su primer matrimonio y su batalla con los Principia. También es de destacar la valentia de Russell a la hora de exponer al público sus sentimientos más íntimos y sus opiniones, por incómodas que estas pudieran resultar.

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