jueves, 20 de diciembre de 2012

La fortuna de los Rougon, Emile Zola


Zola es el máximo exponente del movimiento naturalista, el cual intenta, si lo he entendido aunque sea un poco, algo parecido a un estudio 'natural' de los seres humanos y de sus relaciones igualmente humanas.

Zola pretende con sus novelas hacer una descripción objetiva de los tipos humanos que pueblan una determinada época histórica. En este caso, segunda mitad del XIX francés. De alguna manera, pretende hacer ciencia, pretende exponer a sus personajes a un microscopio 'literario' que plasme, para la posteridad, cómo son, como sienten, como se relacionan y, sobre todo, cuales son las miserias de sus personajes.

Este experimento científico-literario está formado por veinte novelas, la primera de las cuales es la que nos ocupa. Otras novelas de la serie son Germinal, Nana y La Taberna.

Para conseguir esto, Zola dedicaba grandes esfuerzos de documentación antes de escribir sus novelas. El resultado es que sus novelas tienen una gran capacidad para situarte ante un determinado marco espaciotemporal concreto y para conseguir que el lector habite, durante unos días, en el mismo entorno que están viviendo sus personajes. Para mi, sin duda, este es el mayor mérito de las novelas de Zola.

En la novela se narran los intentos desesperados de Pierre Rougon y su mujer, pequeños comerciantes de una ciudad de provincias, por alcanzar un mejor estatus económico y medrar socialmente. Pero no lo hacen a partir de trabajo y el talento, sino mediante el engaño, el juego sucio, el arribismo más despreciable, la traición a cualquier principio moral y la ambición ilimitada, todo ello aprovechando los desordenes sociales provocados por un golpe de estado.

En ocasiones, se acusa a Zola de desequilibrio en su naturalismo. Desequilibrio entre miserias y grandezas de sus protagonistas. Y es que, a veces, su regodeo en la desgracia, el crimen, la pobreza, la degeneración, la miseria, la envidia y demás defectos es excesivo y antinatural por desmedido. Especialmente, cuando Zola se ocupa de gente 'desfavorecida': prostitutas, delincuentes, alcohólicos,...

La novela me ha resultado de gran interés, pese a algunos pasajes un poco reiterativos en sus descripciones. En especial aquellos en los que se cuentan los encuentros entre Miette y Silvere.


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