domingo, 21 de abril de 2013

Emma, Jane Austen

Continuando con Jane Austen, ahora toca  Emma. Probablemente, su mayor creación.

En la entrada sobre Sentido y Sensibilidad ya me extendí sobre lo que la literatura de Austen me sugiere. En el caso de esta novela, Emma, probablemente las virtudes estilísticas de Austen llegan a su cima.

La novela nos cuenta las venturas y desventuras de su protagonista Emma Woodhouse. A la hora de caracterizar a Emma, es habitual hacerlo como jovencita rica o mimada. Yo creo que Emma es más bien una joven inteligente, sabedora de su inteligencia, consciente de su lugar en el mundo y decidida a ocupar ese lugar. Quizá el núcleo ideológico de la novela gravite en torno a la descripción de ese lugar en el mundo. Más bien, en la falta de debate en torno a cual debe ser ese lugar en el mundo.

Para Emma, y quizá para Austen, ese lugar es un lugar en que por encima de todo, están las apariencias y el sentido de comunidad, entendiendo por tal, el hacer exactamente aquello que la comunidad espera de ti.

En el caso de Emma, ella siente que una de sus responsabilidades es ayudar a cada joven, hombre o mujer, sin pareja, a encontrar un marido o mujer que le permita ocupar su lugar en la comunidad. Tan malo es apuntar alto como apuntar bajo. Emma no permitirá ninguna de las dos opciones.

El agumento de la novela recorre los diferentes malentendidos sentimentales que las intuiciones de Emma ocasionan. Como en las demás novelas de Austen, lo interesante no es lo que pasa, sino cómo Austen nos cuanta cómo los personajes sienten lo que pasa.
La galería de personajes memorables es amplia. Además de la propia Emma, mencionaré a su padre, Mr.Woodhouse, de un egoismo enternecedor, y Mr.Knightley, modelo ideal del caballero inglés, quizá un pelín cínico.

Algunos críticos indican que el punto débil de la novela es su final, en el cual Austen comete la debilidad de casar a Emma con Mr. Knightley, lo cual, en apariencia supone una renuncia de Emma a sus valores y puntos de vista. Para valorar este punto hay que tener en cuenta que los estudiosos suelen ver en Emma un trasunto de la propia Jane y en Mr.Knightley un compendio del hombre ideal según la propia Austen.

En conclusión, una novela de gran interés, que debe ser leída con atención para que la fina ironía de la autora no se nos pase por alto. Además, la única manera en la que el lector puede aproximarse a conocer los auténticos puntos de vista de Jane Austen es seguir la pista de sus comentarios irónicos, cuando no mordaces, hacía determinados personajes.

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