lunes, 29 de abril de 2013

Tren a Pakistan, Khushwant Singh

No frecuento la literatura india, pero esta novela, con su cuidado diseño propio de la colección de los Libros del Asteroide, me atrajo desde el estante de la biblioteca.

Tren a Pakistán, escrita en la década de los 50 del siglo pasado se ha convertido en un clásico de la literatura india contemporánea, si es que puede existir un clásico contemporáneo.

La novela se desarrolla en una pequeña aldea india, poblada desde tiempos ancestrales por indúes, musulmanes y sijs, en los meses de 1947 en los cuales se consumó la partición de la antigua colonia británica en las actuales naciones de India, Pakistán y Bangladesh. Dicha partición trajo consigo, como es bien sabido, episodios de violencia racial y religiosa que supusieron un número de muertos difícil de estimar pero que podría rondar el millón de personas.

La novela intenta arrojar luz acerca del proceso de activación de esos episodios de locura colectiva transitoria en los que los seres humanos, de vez en cuando, solemos caer.

Singh nos presenta un repertorio de personajes locales, muy verosímiles, y hace un desarrollo del drama en varios actos, mientras acompaña a nuestros personajes en el desarrollo de dicho drama.

Tras la lectura de la novela, el lector, al menos este lector, queda convencido de que cuando un determinado hecho histórico se desenvuelve ante nuestros ojos resulta natural seguir la corriente del hecho histórico, sin apenas plantearte si otra opción era posible. Insisto en que lo sorprendente es lo natural que resulta, para un ciudadano del mundo que está inmerso en un hecho histórico cualquiera, dejarse llevar sin ni siquiera plantearse la idoneidad moral de sus acciones o avergonzarse de su cobardía.

Y es en esa incapacidad donde descansa la enorme tristeza de esta novela.

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