Breve e interesante obra de teatro del gran Tennessee Wiliams. En pocas páginas el autor es capaz de mostrarnos algún que otro personaje memorable y de enfrentarnos con el egoismo y la hipocresia, dos de los rasgos más tristemente característicos de nuestra especie.
La obra nos coloca, durante unas pocas horas, en la mansión de un rico plantador sureño próximo a la muerte. Mientras, uno de sus hijos, Brick, por el que el padre siente devoción, ajeno a todo, se deja llevar por la abulia y el alcohol. El otro hijo, Gopher, quizá manipulado por su esposa Edith, hace lo posible por influir en el padre a la hora de hacer testamento.
Resulta asombrosa la hipocresía y naturalidad con la que los seres humanos somos capaces de desenvolvernos aún en las horas más tristes y con las todas las necesidades satisfechas.
Memorabe Brick, devastado por el alcohol pero atractivo en su irresistible indiferencia.
Memorable el padre, altivo, orgulloso y dominante hasta los albores de la muerte.
Inevitable pensar en el gran Paul Newman mientras las páginas desfilan.
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