martes, 4 de agosto de 2015

Las señoritas de Concarnau, Georges Simenon

Como siempre, magistral Simenon. Magistral en su manera de plantear un escenario. Si Simenon fuera un pintor, sus cuadros serían de esos que asombran por la capacidad descriptiva de sus trazos, tan esquemáticos como precisos.

Las novelas de Ssimenon no suelen pasar de 200 páginas, ni falta que les hace, y en ellas hay espacio suficiente para describir los personajes a partir de sus rasgos definitorios, plantear un marco espacial y temporal, y poner el drama en marcha. Sin artificios. Sin distracciones.

En la novela que nos ocupa, Jules Guerec, solterón, timorato y dominado por sus hermanas, también solteronas, atropella y mata al pequeño Joseph Papin.

Los Guerec, mejor dicho, las Guerec, deciden ocultar el crimen mientras Jules, a modo de compensación, empieza a relacionarse con Marie Papin, madre de Joseph. Al final, Jules se acabará enamorando de Marie y siendo despreciado por ella.

Las señoritas de Concarneau es un retrato magnífico del clima opresivo y tristón de una ciudad de provincias a mediados del siglo pasado. En francia. También en España.

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