Asistimos, en primerísima fila, al devenir vital de el Sueco Lvov, epítome del sueño americano.
Tras tres generaciones de trabajo, esfuerzo e integración, la familia Lvov ha alcanzado lo más importante que puede alcanzar una familia de inmigrantes llegados hace un siglo a los EEUU: la respetabilidad. Y, por supuesto, una buena salud económica, pero esto es casi secundario.
La familia Lvov es respetada. Y el Sueco Lvov es respetado, admirado, envidiado e idolatrado. El orgullo, de ser americano, de haber prosperado, de hacer siempre lo que se espera de él, le desborda.
Y entonces estalla la bomba. Bomba en forma de hija adolescente provocadora, nihilista, destructora y autodestructiva, y antisistema. El odia de la hija hacia todo lo que su familia, y en especial su padre, representa es tan grande que conseguirá hacer estallar en pedazos ese way of life que con tanto trabajo sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos han conseguido y que tan preciado y admirable les parece.
Y el Sueco se enfrenta a la incomprensión absoluta. ¿Porqué?
Todo ello, narrado con una maestría absoluta. Una delicia, vamos.
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