sábado, 13 de septiembre de 2014

Arrancad las semillas, fusilad a los niños, Kenzaburo Oé

La literatura japonesa me es casi desconocida. He leído poco. Lo poco que he leído no me ha entusiasmado.

En este caso, se trata de una novela menor del Nobel Kenzaburo Oé. La novela nos cuenta las desventuras de un grupo de adolescentes evacuados de un reformatorio hacia un remoto valle perdido en el Japón de la II guerra mundial.

La novela, triste, nos pone ante algo parecido a un experimento controlado en el que vemos cómo una banda de adolescentes se enfrentan a circunstancias extremadamente dramáticas, y cómo de ese sufrimiento se generan diferentes modos de enfrentarse a la realidad: violencia, solidaridad, deseo, miedo, piedad....

El narrador, siempre distante, utiliza una prosa directa y descarnada, muy sugerente y, en ocasiones, pese a parecer una historia previsible, los hechos nos sorprenden.

En la narración tiene un gran protagonismo la naturaleza, en forma de condiciones climáticas duras, frío, nieve, viento, niebla, y de entorno geográfico hostil, barrancos y  montañas. Para los protagonistas de la novela, la naturaleza es un enemigo más.

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