jueves, 17 de mayo de 2018

La hoguera de las vanidades, Tom Wolfe

Casualidades de la vida, acaba de morir Tom Wolfe, mientras yo releía su obra magna, La hoguera de las vanidades.

Pero Tom Wolfe no ha pasado a la historia por sus novelas, sino como creador y gurú del Nuevo Periodismo.

A finales de los 60, Wolfe ya escribía para las mejores revistas y periódicos de los EEUU. Por aquel entonces la pieza periodística por excelencia era el reportaje. Y Wolfe, pensó que se podía potenciar la capacidad del reportaje para comunicar una realidad al lector, utilizando algunos artificios literarios hasta entonces vetados en el periodismo. Y tuvo éxito. Mucho éxito. Y el periodismo, el reportaje en particular, nunca volvío a ser lo mismo.

Pero, además, Wolfe fue un magnífico novelista.

Estamos en la NY de finales de los 80, en plena época de exhuberancia irracional de los mercados. Sherman McCoy es un bonus trader que gana más de 1 millón al año. Sherman piensa que el mundo está a su servicio y al de los que son como él. Y un día, tras recoger a su amiguita en el aeropuerto, se pierde en el Bronx y acaba metido en un buen lío.

Además, tenemos a un fiscal progre y ambicioso que esta loco por enchironar a McCoy,  a un líder religioso negro sin escrúpulos, y a un periodista norteamericano, alcohólico y con menos escrúpulos todavía. Y a cientos de secundarios. Sin exagerar.

Pero los personajes y la trama, con ser buenos, son lo de menos. Lo de más es la increíble capacidad de Wolfe para retratar un mundo en el que todo va tan rápido que ya nadie tiene tiempo para acercarse a la verdad. Un mundo en el que todos los hechos relevantes tienen una interpretación política.

Pero, sobre todo, un mundo en el que la victimización eterna de de las minorías, la obsesión progresista por la corrección política, la infinita capacidad de movilización de la izquierda política y su convencimiento de que el fin, o sea el debilitamiento de la no-minoría, justifica cualquier medio, en especial la mentira y la manipulación, hace de la esfera pública un lugar especialmente inhóspito si no estás en le lado correcto de la línea.

Con seguridad ha quedado claro. Pero por si acaso, en este caso, minoría quiere decir negro, mujer, homosexual y/o pobre.

Y lo más asombroso es que todo esto que Wolfe describía de manera tan precisa con escalifrinate hace casi 30 años, se ha trasplantado con asombroso éxito a la sociedad española, con gran pesar de mi mente y de mi corazón.

En ocasiones, la capacidad de Wolfe para recrear una escena, o un diálogo es maravillosa. Insuperable. Inolvidable.

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