jueves, 31 de mayo de 2018

Yo soy Charlotte Simmons, Tom Wolfe

Si la segunda novela de Tom Wolfe, Todo un hombre, no pudo recibir tantos parabienes como la primera, La hoguera de las vanidades, esta tercera novela, Yo soy Charlotte Simmons, todavía ha recibido menos. De hecho, fue recibida con dureza.

A mi me parece una buena novela. Un pelín exagerada y con cierta tendencia a la caricatura. Pero entretiene, asombra y te proporciona una experiencia inmersiva. Ya que no he estudiado ni estudiaré en una universidad americana, gracias al talento de Tom Wolfe, es casi como si lo hubiera hecho.

Se podría argumentar que para eso están los reportajes. Cierto. Y que Wolfe se centra en aquellos aspectos reprobables de la realidad a retratar y obvia aquellos dignos de encomio. Cierto.

Aún así, la agudeza, el ingenio y la brillantez del retrato es tal que debemos dar el intento por bueno.

Charlotte acaba de terminar de manera brillante sus estudios en el instituto publico de un pequeño pueblo perdido en algún sitio llamado Sparta. Además, Charlotte ha sido admitida y becada en una de las grandes universidades del note de los EEUU. Pero el entorno de Charlotte, su familia, su instituto, su pueblo, es tan poquita cosa, que todos ellos tienen puestas todas sus esperanzas y anhelos en ella para salir de su triste anonimato.

Charlotte, que es tan brillante e inteligente como mojigata e inocente, llega a Dupont. Poco a poco, descubrirá que allí donde imaginaba talento, estudio, conocimiento, esfuerzo y debate hay poco más que sexo, alcohol, hipocresía e indolencia.

Su decepción y su aislamiento solo se aliviaran gracias a su atractivo físico, que le permitirá relacionarse con alguna de las estrellas deportivas de la universidad. A la vez, Charlotte establecerá cierta relación con con sus pares intelectuales, en forma de friquis editores del panfleto de la universidad.

El sufrimiento de Charlotte, desbordada por la presión y completamente aislada, es tan grande que es inevitable empatizar con ella a pesar de sus numerosos errores.

Pero donde Wolfe hace diana de verdad es en la crítica despiadada de los programas deportivos de las universidades. Este es el auténtico valor de la novela.

El plantamiento de Wolfe es el siguiente:

1. Los programas deportivos son necesarios porque proporcionan dinero y prestigio a las universidades
2. Los estudiantes deportistas son, en realidad, deportistas que figuran nominalmente como estudiantes, que llevan una vida de estrellas, que apenas se mezclan con el resto de estudiantes excepto para follarse a alguna grupi ansiosa y que obtendrán su titulo sin acreditar ningún conocimiento/habilidad/capacidad intelectual.
3. Los estudiantes deportistas disponen de comedores especiales, gimnasios especiales, asignaturas especiales impartidas por profesorado sensible a las necesidades de los estudiantes deportistas y de estudiantes tutores, pagados por la universidad y dispuestos a realizar cualquier tarea académica en nombre del estudiante deportista en cuestión.
4. Todos los estamentos universitarios son conocedores y cómplices de este estado de cosas.

¿Verosímil? Sin duda. ¿Exagerado? Probablemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario