Ya he escrito acerca de Zola y el naturalismo, aquí. Esta es la segunda novela del ciclo de los Rougon-Macquart.
Aristide Saccard es un próspero negociante llegado de la Provenza a París. Tan grande es su ambición como pequeños sus escrúpulos.
Su indisimulada intención es hacerse indecentemente rico especulando con terrenos y viviendas en el caos generado por la expansión experimentada en París a lo largo de el último tercio del sXIX.
Aristide se acaba de casar con Renné, bella, rica y joven, con el objetivo de consolidar sus fortuna. Además, tenemos a Maxime, joven apuesto, hijo del primer matrimonio de Aristide y, por tanto, hermanastro de Renne.
La novela se articula alrededor de dos ejes. El primero la relación de atracción, enfermiza, recíproca y equívoca, entre Renné y Maxime.
El segundo, las trapisondas de Saccard, para acumular y gastar dinero a manos llenas.
Al fondo del cuadro, la vida cínica y depravada de Renné y Maxime, dos hermosos animalillos, sin apenas conciencia ni remordimientos, recorriendo, solos o en compañía de sus amigotes, los tugurios de París, los bosques de Boulogne o las riveras del Sena.
Y más al fondo, la desaforada corrupción del sistema político, periodístico y financiero de la época.
Buena lectura para aquellos que parecen creer que la corrupción es un mal casi exclusivo de nuestra época y de nuestro país.
Otro elemento de interés, casi siempre presente en las novelas de Zola, es la tensión sexual, solo insinuada y siempre con palabras equívocas. tanto, que al lector de principios del sXXI, acostumbrado a la crudeza del lenguaje de nuestros días, le cuesta determinar con exactitud qué es lo que está ocurriendo.
Gran novela.
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