Edmée acaba de quedar huérfana, con apenas 16 años, y debe hacer un viaje a Bélgica, donde vive su familia más próxima, en una casa junto a uno de los múltiples canales de la zona.
Una vez allí, la convivencia ente la huérfana y su familia de adopción será difícil. Las mujeres, excepto Edmée, no cuentan. El tío de Edmée acaba de morir. El primo Jef es introvertido y misógino, siempre a la sombra de su hermano mayor. El primo Fred actúa como cabeza de familia pero no parece de fiar.
Y Edmée, al poco de llegar, toma conciencia, de manera casi repentina, de la posición de poder en la que la coloca su sexualidad. Y se permitirá jugar con ese poder de una manera irresponsable.
Toda la narración sugiere tensión, sexualidad y violencia.
La maestría de Simenon solo necesita una decena de hojas para manifestarse en su plenitud. Resulta soberbia la utilización de los elementos atmosféricos para realzar la sensación de soledad, tristeza e indefensión de Edmée en su viaje inicial por tierras francobelgas.
Y la presencia de los elementos naturales a lo largo de la obra será constante: el agua del canal, el frío, el hielo, la lluvia, la niebla... Estamos ante personajes de la novela que siempre están ahí, sin llevar a cabo acciones, pero creando un tapiz de fondo de tristeza agobiante.
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